Recuerdo cuando llegó la luz eléctrica a la aldea, una tarde de verano, después de años de placas solares. Hubo autoridades, vecinos y amigos, y luego merienda y baile. Es un lugar que te lo quieres quedar, es una foto de postal, un destino ideal de turismo rural, en un rincón de la Sierra de Cameros. Una carreterita que atraviesa un hayedo te lleva hasta la entrada, junto a la iglesia y la antigua escuela. Aquí hay que dejar el coche. Hay que caminar y pasar por debajo de una casa de piedra. Entonces aparece un entorno rural de libro: muretes, hierba, un puentecito sobre el arroyo y caseríos robustos y emparrados, la ermita arriba. Aquí puedes quedarte a dormir… y a cenar, en una casona tradicional que mantiene el gusto por lo rústico y lo auténtico. Una casa rural de leyendas, para disfrutar de la belleza de lo auténtico.
Jesús Toledo Sobrón ( periodista ).